lunes, 14 de septiembre de 2009

El Pianista


Deseando encaminar el progreso de su joven hijo en el piano, una madre llevó a su pequeño hijo, a un concierto de Paderewski. Después de sentarse, la madre, vio a una amiga en la platea y fue hasta ella, para saludarla.

Teniendo la oportunidad de explorar las maravillas del teatro, el pequeño niño se levantó y, eventualmente, sus exploraciones lo llevaron a una puerta donde estaba escrito: "PROHIBIDA LA ENTRADA".

Cuando las luces se fueron apagando y el concierto estaba listo para comenzar, la madre retornó a su lugar y descubrió que su hijo no estaba allí.

De repente, las cortinas se abrieron y las luces cayeron sobre un impresionante piano Steinway en el centro del escenario. Horrorizada, la madre vio a su hijo sentado al teclado, inocentemente, cantando las notas de "Din, don, dan, Din, don, dan".

En aquel momento, el gran maestro de piano hizo su entrada, rápidamente fue al piano y susurró en el oído del pequeño:

"No pares, continúa tocando".

Entonces, detrás del niño, Paderewski extendió su mano izquierda y comenzó a acercarla hacia la parte de abajo. Luego, colocó su mano derecha alrededor del pequeño y acrecentó un bello acompañamiento de melodía. Juntos, el viejo maestro y el joven novicio transformaron una situación embarazosa en una experiencia maravillosamente creativa. El público estaba perplejo.

Es así que son las cosas con Dios. Lo que podemos conseguir por cuenta propia, mal vale mencionar. Hacemos lo mejor posible, mas los resultados no son exactamente como una música graciosamente fluida. Mas, con las manos del Maestro las obras de nuestras vidas, verdaderamente, pueden ser lindas.

La próxima vez que usted decida realizar grandes actos, escuche atentamente. Usted puede oír la voz del Maestro susurrando en su oído:

"No pares, continúa tocando".

Sienta sus brazos amorosos a su alrededor. Sepa que sus fuertes manos están tocando el concierto de su vida. Recuerde, Dios no llama a aquellos que están equipados. Él equipa a aquellos que son llamados. Y Él, siempre estará allí para amarlo y guiarlo hacia grandes cosas.

Autor Desconocido

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