lunes, 22 de febrero de 2010

La esperanza salvo a un niño quemado... compartamos esperanza


Hace ya algún tiempo, una maestra pública fue contratada para visitar a niños internados en un gran hospital de la ciudad de México. Su tarea era guiarlos en sus deberes a fin de que no estuvieran muy atrasados cuando pudieran volver a clases.

Un día, esta maestra recibió una llamada de rutina pidiéndole que visitara a un niño en particular. Tomó el nombre del niño, el del hospital y el número de la habitación, y la maestra del otro lado de la línea le dijo:

-Ahora estamos estudiando sustantivos y adverbios en clase. Le agradecería si lo ayudara con sus deberes, así no se atrasa respecto de los demás.

Hasta que la maestra no llegó a la habitación del niño no se dio cuenta de que se hallaba ubicada en la unidad de quemados del hospital. Nadie la había preparado para lo que estaba a punto de descubrir del otro lado de la puerta.

Antes de que le permitieran entrar, tuvo que ponerse un delantal y una gorra esterilizada por la posibilidad de infección. Le dijeron que no tocara el niño ni la cama. Podía mantenerse cerca pero debía hablar a través de la máscara que estaba obligada a usar.

Cuando por fin terminó de lavarse y se vistió con las ropas prescriptas, respiró hondo y entró en la habitación. El chiquito, horriblemente quemado, sufría mucho. La maestra se sintió incómoda y no sabía qué decir, pero había llegado demasiado lejos como para darse la vuelta e irse.

Por fin pudo tartamudear:


-Soy la maestra del hospital y tu maestra me mandó para que te ayudara con los sustantivos y los adverbios.


Después, le pareció que no fue una de sus mejores sesiones.

A la mañana siguiente, cuando volvió, una de las enfermeras de la unidad de quemados le preguntó:


-¿Qué le hizo a ese chico ayer?


Antes de que pudiera terminar una lista de disculpas, la enfermera la interrumpió diciendo:


-No me entiende. Estábamos muy preocupados por él, pero desde que vino usted ayer toda su actitud cambió. Está luchando y ahora responde al tratamiento... Es como si hubiera decidido vivir.


El propio niño explicó luego de algún tiempo, que había abandonado completamente toda esperanza de vivir y que moriría pronto, hasta que vio a la maestra que enviaron, y se dijo: "Me voy a salvar, pues sino no enviarían a una maestra para trabajar con los sustantivos y los adverbios a un chico agonizante".


La esperanza fue el factor preponderante que le dio fuerzas al niño para salvarse, pues le mantuvo viva la llama del deseo de vivir. Si se pierde la esperanza de algo, se pierde la motivación.


No resulta entonces difícil imaginarse lo que ocurriría si se pierde la esperanza de vivir. Todo parece derrumbarse, y la voluntad nada puede hacer porque está paralizada por la sensación de “sin sentido”. Basta una pequeña palabra de esperanza para despertar todos los sentidos, para movilizar todo aquello que se hallaba paralizado.


Es importante mantener viva la esperanza de un mañana. Es importante la certeza de que mañana también habrá vida...


Si mañana tenemos “sustantivos y adverbios”, eso significa que hay un mañana.
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La Historia de Pepe... positivo hasta el cansancio

Pepe era el tipo de persona que te encantaría ser. Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le preguntaba como le iba, el respondía: "Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo". Era un gerente único porque tenía varias meseras que lo habían seguido de restaurante en restaurante. La razón por la que las meseras seguían a Pepe era por su actitud.

Él era un motivador natural: si un empleado tenía un mal día, Pepe estaba ahí para decirle al empleado como ver el lado positivo de la situación. Ver este estilo realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Pepe y le pregunte: No lo entiendo.... no es posible ser una persona positiva todo el tiempo ¿Cómo lo haces?...Pepe respondió: "Cada mañana me despierto y me digo a mi mismo: Pepe, tienes dos opciones hoy: puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor." "Escojo estar de buen humor".

"Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Escojo aprender de ello". "Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo señalarle el lado positivo de la vida". Si, claro, pero no es tan fácil, protesté. "Si lo es", dijo Pepe. "Todo en la vida es acerca de elecciones. Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección". "Tu eliges cómo reaccionas ante cada situación, tu eliges cómo la gente afectará tu estado de ánimo, tu eliges estar de buen humor o mal humor".

"En resumen, TU ELIGES COMO VIVIR LA VIDA". Reflexioné en lo que Pepe me dijo... Poco tiempo después, deje la industria hotelera para iniciar mi propio negocio. Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Pepe, cuando tenía que hacer una elección en la vida en vez de reaccionar contra ella. Varios años más tarde, me enteré que Pepe hizo algo que nunca debe hacerse en un negocio de restaurante, dejó la puerta de atrás abierta y una mañana fue asaltado por tres ladrones armados. Mientras trataba de abrir la caja fuerte, su mano,temblando por el nerviosismo, resbaló de la combinación.

Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon. Con mucha suerte, Pepe fue encontrado relativamente pronto y llevado de emergencia a una clínica. Después de ocho horas de cirugía y semanas de terapia intensiva, Pepe fue dado de alta, aún con fragmentos de bala en su cuerpo. Me encontré con Pepe seis meses después del accidente y cuando le pregunté como estaba, me respondió: "Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo". Le pregunté que pasó por su mente en el momento del asalto. Contestó: "lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con llave la puerta de atrás. Cuando estaba tirado en el piso, recordé que tenía dos opciones:
podía elegir vivir o podía elegir morir. Elegí vivir".

"¿No sentiste miedo?" Le pregunté. Pepe continuó: "Los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que iba a estar bien. Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de los médicos y enfermeras, realmente me asusté. Podía leer en sus ojos: "es hombre muerto." Supe entonces que debía tomar una decisión. "¿Qué hiciste?" Pregunté. "Bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo y respirando profundo grité: - "Si, a las balas" - Mientras reían, les dije: "estoy escogiendo vivir, opérenme como si estuviera vivo, no muerto".

Pepe vivió por la maestría de los médicos, pero sobre todo por su asombrosa actitud. Aprendió que cada día tenemos la elección de vivir plenamente, La ACTITUD, al final, lo es todo. Ahora tienes dos elecciones: Y recuerda: sólo se frustran aquellos que dejan de ver la parte positiva de sus resultados y de la vida...
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