domingo, 5 de julio de 2009

El Juez Abrazador

Lee Shapiro es un juez jubilado y una persona muy cariñosa. En un momento de su carrera, Lee se dio cuenta de que el amor es el poder más grande que existe. Como consecuencia de ello, Lee se convirtió en un abrazador. Empezó a ofrecerle a todo el mundo un abrazo. Sus colegas lo apodaron “el juez abrazador”.

El adhesivo de su auto dice “!No me fastidies! ¡Abrázame!”. Lee creó lo que llamó su “Equipo para abrazar!. En el exterior se lee “Un corazón por un abrazo”: El interior contiene treinta corazoncitos rojos bordados con un adhesivo atrás.

Lee sale con su equipo de abrazadores, se acerca a las personas y les ofrece un corazón rojo a cambio de un abrazo. Lee se ha hecho tan famoso con esto que muchas veces lo invitan a pronunciar el discurso de apertura de conferencias y convenciones donde comparte su mensaje de amor incondicional.

En una conferencia en San Francisco, los medios de comunicación locales lo desafiaron diciendo: “Es fácil dar abrazos aquí en la conferencia a gente que optó personalmente por estar aquí. Pero esto nunca podría dar resultado en el mundo real”. Desafiaron a Lee a que diera algunos abrazos en las calles de San Francisco.

Seguido por un equipo de estación local, Lee salió a la calle. Se acercó a una mujer que pasaba. “Hola, soy Lee Shapiro, el juez abrazador. Estoy dando corazones a cambio de un abrazo.” “Claro”, respondió ella. “Demasiado fácil”, opinó el animador local. Lee miró a su alrededor. Vio a la empleada del parquímetro que estaba viéndoselas de figurillas con el dueño de un BMW al que le estaba haciendo un multa. Caminó hacia ella, con el equipo televisivo detrás y dijo: “Tengo la impresión de que podría usar un abrazo. Soy el juez abrazador y aquí estoy para ofrecerle uno”. Ella aceptó el reto. Cuando el autobús frenó cerca de la curva, Lee dijo: “Hola, soy Lee Shapiro, el juez abrazador. Este trabajo ha de ser sin dudas uno de los más estresantes del mundo. Yo ofrezco abrazos a la gente para aliviar un poco la carga. ¿Le gustaría uno?” El conductor de 1,86 m y 115 kg se levantó del asiento, bajó y dijo: “Debo admitir que estoy muy impresionado” y en seguida le dio un abrazo

Que simple es cambiar algo en la vida de otros.

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